“Ya está bien de impuestos”, “Macron Tío Gilito”, “Ir a trabajar se convierte en un lujo”, “Derecha, izquierda = impuestos”, “Acabemos con el chantaje, la revuelta del pueblo poderoso puede llevar a la revolución”… La variedad de eslóganes utilizados en las manifestaciones populares del pasado 17 de noviembre, que trataban de bloquear las vías de circulación por carretera para protestar contra la subida de impuestos a los carburantes, aluden a la vez a un movimiento políticamente proteico y a una rabia dirigida a un objeto muy concreto: los impuestos, los cimientos del Estado social.
A lo largo del siglo XX las clases populares se han mantenido relativamente al margen de las cuestiones fiscales. La instauración del impuesto progresivo sobre la renta al acabar la Primera Guerra Mundial provoca malestar sobre todo entre los profesionales liberales, los autónomos y los campesinos, unidos en asociaciones de contribuyentes. Más tarde, y exceptuando el periodo (...)