Un señor mayor enfermo e impedido, un segundo también indispuesto, pero sobre todo ausente de su país, y un tercero de edad muy avanzada, hasta el punto de no poder dedicar más que algunas horas al día a los asuntos del Estado. Así es como podríamos describir –ciertamente de manera lapidaria– la encarnación del poder en los tres países del Magreb central: Argelia, Marruecos y Túnez. En esta región que cuenta con más de 90 millones de habitantes, el 60% de la población tiene menos de treinta años. A pesar de unas condiciones de vida difíciles debidas a numerosos problemas socioeconómicos, entre ellos una tasa de desempleo que oscila entre el 15% y el 20%, el vigor de esta juventud contrasta con la apatía de sus dirigentes, aferrados al poder.
En Argelia, el presidente Abdelaziz Bouteflika, víctima de un grave accidente cerebral en abril de 2013, se expresó por última vez (...)