Cada 30 de abril, Ámsterdam organiza por el Día de la Reina, una feria inmensa durante la cual los hombres adquirieron la molesta costumbre de orinar en la calle. Por mucho que la policía multiplicara las multas, nada parecía poder poner fin a esta tradición. Hasta que la empresa de aguas Waternet recurre a una medida inédita: la instalación en la vía pública de urinarios electrónicos conectados a pantallas. Mientras “descargan”, los participantes en la fiesta amsterdameses ven la imagen de su avatar relacionada con una puntuación. Al final de la jornada, el ganador del concurso obtiene el reembolso de su última factura de agua. Una pantalla, puntos, una clasificación, una recompensa: estos elementos tomados del universo lúdico han provocado una considerable reducción de las molestias olfativas.
“Los juegos no son solo una actividad recreativa. (…) Son una verdadera solución a los problemas y una fuente de felicidad”, argumenta la socióloga (...)