¿Puede ser malo un acuerdo que moviliza en su contra a Benjamin Netanyahu, a los ultraconservadores iraníes, al lobby proisraelí que dicta su ley en el Congreso estadounidense y a Arabia Saudí? ¿Israel –un Estado que no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que posee la bomba atómica y que ha violado tantas resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas como ningún otro país en el mundo– es acaso el más indicado para dar lecciones al régimen iraní sobre todos estos puntos?
Según los términos del acuerdo temporal de seis meses alcanzado el 24 de noviembre, Irán va a interrumpir su programa de enriquecimiento de uranio más allá del 5% a cambio de una suspensión parcial de las sanciones en su contra. En la región, es la mejor noticia desde el inicio de las revueltas árabes.
El poder de la coalición hostil a esta nueva situación sugiere, sin (...)