Como suplente del fiscal de Évry (en la región de Île-de-France) en los años 1980, me ocupaba de los casos de fraude fiscal en los tribunales. Ya en aquel momento pude notar que los casos instruidos sólo concernían a pequeños fraudes, como el de un horticultor de Monthléry (Essonne) que había vendido tomates en el mercado de Arpajon con un Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) erróneo. Esta denuncia se parecía a las que recibíamos en la comisión de lucha contra el fraude fiscal: un leñador que cortaba leña para señoras jubiladas sin declararlo, un pulidor de vidrio o un taxidermista que trabajaban en negro…
Desde entonces, se ve cada vez más claro que los más acomodados defraudan con toda impunidad y a gran escala. Con los “Papeles de Panamá” se hicieron públicas once millones de fichas provenientes de un solo bufete de abogados, establecido en un paraíso fiscal. Un motivo (...)