La renuncia de François Hollande a aspirar a un segundo mandato consagra tanto su fracaso como el agotamiento de las instituciones que le han otorgado al Presidente de la República francesa un poder exorbitante. En un juego más abierto de lo previsto, las infamias del candidato de Los Republicanos, François Fillon, han monopolizado la atención en detrimento de cuestiones reales como las intervenciones militares francesas (véase “La pasión francesa por el cañón”), el futuro de la cobertura sanitaria (véase “La cobertura sanitaria universal francesa en diez preguntas”) o la cultura (véase “Los sortilegios de la cultura”).
La izquierda, enfrentada más que nunca al bloqueo europeo (véase “¿De nuevo la trampa del voto útil?”), también manifiesta una gran incomodidad con respecto al tema de la inmigración (véase “La cuestión de la inmigración incomoda a la izquierda”).Y, a pesar de que los candidatos pretenden liberarse de los partidos tradicionales, las organizaciones creadas para sus campañas siguen sin aportar la renovación proclamada (véase “¿El final de los partidos políticos?”).