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RT, la obra maestra de la estrategia de influencia rusa

La voz disonante de Moscú

La cadena de televisión RT, acusada de ser un instrumento en manos del Kremlin, ha tomado prestados los códigos, y los defectos, de las numerosas cadenas de información continua, que compiten en un terreno de juego ahora mundial. La importante progresión de su audiencia en Estados Unidos y en Europa se debe a una línea editorial abiertamente crítica con respecto a las políticas occidentales y declinada en función de las regiones.

por Maxime Audinet, abril de 2017

Se trata de un vídeo realizado para celebrar el décimo aniversario de RT (antigua Russia Today), florón del sector audiovisual público exterior ruso, en diciembre de 2015. Ataviada con un uniforme soviético, Margarita Simonian, la redactora jefa de la cadena de información continua, pasa revista a su personal en la sede de la calle Borovaya en Moscú: Liuba, la empleada de la limpieza, “recibe órdenes directamente del Kremlin”; en un estudio recubierto con un fondo verde, una periodista “desde el frente” lee en árabe lo que aparece en el teleprompter mientras algunos figurantes disfrazados de combatientes sirios disparan balas de fogueo; los presentadores extranjeros se pudren en un húmeda celda, mientras el británico Kevin Owen, empleado de la cadena, se encuentra esposado en su plató...

RT ha optado por el autoescarnio para responder a sus numerosos detractores, que ven en esta cadena un instrumento de propaganda del Kremlin. Con ocasión de este aniversario, Vladímir Putin recordó los objetivos, clásicos en definitiva, de esta cadena transnacional, después de una década de esfuerzos para superar el atraso ruso en el ámbito de la “diplomacia pública” (véase el recuadro de esta página). “Es capital que no sólo los políticos, sino también, y sobre todo, los ciudadanos corrientes del mundo entero oigan nuestra voz y la vuestra (…)”, declaraba el Presidente.

La “revolución naranja” de 2004 en Ucrania, percibida por el Kremlin como una injerencia occidental en su entorno cercano por Organizaciones No Gubernamentales (ONG) interpuestas, marcó un punto de inflexión para la política exterior rusa, la cual tomó conciencia de sus debilidades en materia de influencia internacional. A partir del año siguiente, Moscú sentó las primeras bases del grupo Russia Today. “La idea inicial era crear una cadena [anglófona] centrada solamente en Rusia. Pero rápidamente se hizo evidente que esta idea estaba abocada al fracaso –recuerda Simonian–. Si nuestra audiencia se limitaba a los ‘expertos en el Kremlin’ y a los observadores de Rusia, representaría, por supuesto, a muy poca gente” (1).

Durante la guerra ruso-georgiana de 2008, la redacción adoptó una línea editorial más ofensiva como respuesta a la cobertura de los grandes medios de comunicación occidentales sobre el conflicto, juzgada como unilateral. Entonces, RT vio cómo su misión se transformaba, convirtiéndose en la de un medio de comunicación “global”, capaz de promover “otra visión” de los acontecimientos. La internacionalización de la red comenzó a acentuarse. Tras la inauguración de su versión árabe, Rusiya Al-Yaum en 2007 (hoy RT Arabic), el grupo RT creó un servicio en español (2009), una cadena en Estados Unidos (2010), en el Reino Unido (2014) y, finalmente, dos medios online para las audiencias germanófona y francófona (2014). Además, se ha anunciado que se creará una cadena RT France a lo largo de 2017.

Con 2.100 empleados y oficinas en diecinueve países, el grupo se ha desarrollado gracias a los importantes recursos que el Estado ruso ha puesto a su disposición. Según una encuesta del instituto Ipsos realizada en marzo de 2016 en 38 países, 70 millones de personas ven sus cadenas cada semana: una audiencia que se sitúa por detrás de la del servicio internacional de British Broadcasting Corporation (BBC), pero por delante de la de Deutsche Welle y de France 24. Con respectivamente 8 y 36 millones de telespectadores semanales, RT es además la quinta cadena internacional más vista en Estados Unidos y en Europa, sus objetivos prioritarios. Desde su creación, su presupuesto se ha decuplicado, pasando de 29 a 290 millones de euros –cerca de una cuarta parte de las asignaciones públicas otorgadas a los medios de comunicación–. La cadena se adaptó rápidamente a la promoción de contenidos en Internet utilizando de forma masiva las tecnologías digitales virales (retransmisión de vídeos en directo, realidad aumentada, etc.). El grupo abrió múltiples cuentas en las redes sociales, así como en YouTube, donde se presenta como la primera fuente de información del mundo con 4,5 millones de abonados, todas las cadenas incluidas. El modelo de Cable News Network (CNN) –inmediatez, “última hora”, info-entretenimiento– sigue siendo una referencia en materia de producción.

El principal programa de debates de RT international, “CrossTalk”, está inspirado directamente en el talk-show de CNN “Crossfire” (que dejó de emitirse en 2014). Y entre sus principales hazañas se encuentra la captación, en 2013, del ex presentador estrella de la cadena estadounidense, Larry King.

RT se concibe como una alternativa a los “medios de comunicación mainstream” occidentales, unos cincuenta según el inventario establecido por la redacción (2). “Hemos querido acabar con el monopolio de los medios de comunicación de masas anglosajones en el flujo mundial de la información”, explicaba Putin durante una visita a las oficinas, en junio de 2013. Para Andrey Kortunov, director del Consejo Ruso para los Asuntos Internacionales, “el objetivo [de RT] es cuestionar la univocidad de las posiciones occidentales, relativizar la interpretación occidental de los acontecimientos más que promover las posiciones de Rusia”, tal y como lo muestra la divisa de la cadena “Question more” (“Ir más allá”).

Abiertamente comprometida, RT hace caso omiso de las contradicciones entre las que se debaten las cadenas públicas exteriores occidentales: por una parte, la exigencia política de difundir información compatible con el interés nacional encarnado por el Estado-accionista; por la otra, el principio deontológico que impone cierto grado de independencia tangible para no aparecer como propagandista (3). Con motivo de la ampliación del servicio “Mundo” de la BBC en noviembre de 2016, su director general Tony Hall profesaba su visión “de una BBC de confianza, abierta al mundo, que aporte lo mejor de nuestro periodismo, independiente e imparcial”. En la misma línea, Marie-Christine Saragosse, presidenta-directora general de France Médias Monde, aseguraba a Le Point (5 de diciembre de 2016) que France 24, financiada por el canon audiovisual y por el Estado, no era “una cadena gubernamental”.

“No hay objetividad”

El equipo de RT, dándole la espalda a este dilema, prefiere asumir sus vínculos con el Estado ruso. Cuando Christiane Amanpour, de CNN, le preguntó en 2014 a Anissa Naouai, presentadora estadounidense de la emisión “In the Now”, sobre la utilización de RT como instrumento de réplica gubernamental frente al “problema de la imagen negativa” de Rusia, ésta afirmaba no tener “nada que esconder”. Añadía: “La gente sabe de dónde vienen nuestras subvenciones. (…) ¿Mostramos las cosas más desde el punto de vista ruso? Por supuesto, porque este punto de vista se margina. Pero es una cuestión absurda por parte de un medio de comunicación que propaga el punto de vista del Departamento de Estado [de EE.UU] desde hace más de quince años”. Se trata de una pulla lanzada a Amanpour, quien, a finales de los años 1990, fue enviada por la CNN para cubrir el conflicto en Kosovo como corresponsal cuando su marido James Rubin ocupaba, en el mismo momento, el cargo de portavoz del Departamento de Estado. Así, los dirigentes de RT perciben el entorno mediático internacional como un espacio donde coexisten varios regímenes narrativos: “¿Ha visto ya muchos ejemplos de cobertura objetiva? (…) No hay objetividad: existen tantas aproximaciones a la verdad como posibles voces”, afirmaba Simonian al Spiegel Online (13 de agosto de 2013), prefiriendo así las celebraciones del pluralismo a las proclamaciones de imparcialidad.

RT otorga un lugar privilegiado a acontecimientos poco retransmitidos en los medios de comunicación occidentales. La cadena rusa continúa cubriendo, por ejemplo, la guerra en Afganistán, donde los bombardeos de la coalición liderada por Estados Unidos prosiguen en una relativa indiferencia (11 de febrero). Informa con regularidad sobre la guerra de Yemen, un conflicto eclipsado en otras partes por la actualidad siria. El pasado 10 de febrero, por ejemplo, el telediario de RT International abría con las revelaciones de la prensa británica (4) según las cuales se continuaba vendiendo armas a Arabia Saudí a pesar del bombardeo accidental de un funeral en octubre de 2016, el cual se habría saldado con 140 muertos y cientos de heridos. La política editorial de la sección internacional de RT se articula en torno a varias líneas de fuerza: la promoción de un mundo multipolar y de valores soberanistas, la crítica del atlantismo y de las veleidades hegemónicas estadounidenses o incluso la denuncia de la “rusofobia”. Para transmitir estas ideas, la cadena recurre a expertos muy heteróclitos, que van desde antiguos miembros del Club de l’Horloge (círculo de reflexión de derechas y de extrema derecha francés) hasta pacifistas estadounidenses. Las personalidades políticas invitadas en el programa “SophieCo” reflejan el mismo crisol multiideológico: en éste se han sucedido la copresidenta del partido Die Linke en el Bundestag, Sahra Wagenknecht; el efímero asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, Michael Flynn; el candidato de extrema derecha para las elecciones presidenciales austríacas, Norbert Hofer; el ex ministro de Asuntos Exteriores socialista francés, Hubert Védrine, o incluso la presidenta del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen. Esta misma emisión recoge también el punto de vista de responsables de potencias regionales, como la ex ministra de Asuntos Exteriores de Pakistán Hina Rabbani Khar, el ex presidente turco Abdullah Gül (Partido de la Justicia y el Desarrollo, AKP), o incluso un negociador iraní sobre el programa nuclear de Teherán. Finalmente, la cobertura de la vida política rusa evita la ruda censura, ya que incluso se mencionó el aniversario del asesinato del opositor ruso Boris Nemtsov en el informativo del 26 de febrero.

La línea editorial de RT International no se confunde con la de las cadenas o sitios web locales. RT se adapta a la oferta mediática existente de los países hacia los que Rusia desea extender su influencia. Así, RT America retransmite la crítica del neoliberalismo y de las posiciones diplomáticas neoconservadoras, lejos de las líneas editoriales de las grandes cadenas nacionales de televisión por cable, de CNN a Fox News. El 18 de febrero, el programa “Keiser Report” denunciaba el nombramiento, por parte del nuevo presidente Donald Trump, de antiguas personalidades de la banca de inversión Goldman Sachs como asesores y miembros de su gabinete. Esta tonalidad anti Wall Street no captó la atención de la dirección de los servicios de inteligencia estadounidenses, que acusa a la cadena de haber apoyado al candidato republicano durante la campaña presidencial. Se trata de una alegación que merece ser muy matizada: el primer objetivo de RT era criticar a Hillary Clinton, cuyas tendencias hacia el unilateralismo preocupaban al Kremlin, insistiendo en los vínculos de la ex secretaria de Estado con los círculos neoconservadores o difundiendo, en colaboración con WikiLeaks, el asunto de los correos electrónicos comprometedores de la candidata y de su asesor John Podesta.

Además, varias personalidades de izquierdas, y cuyos talk-shows son retransmitidos por RT America, mostraron posicionamientos anti-Trump. El periodista Ed Schultz no ocultó su simpatía por Bernie Sanders, quien le concedió varias entrevistas durante las primarias demócratas. Su compañero Chris Hedges, ganador del Premio Pulitzer en 2002 y cercano a Noam Chomsky, se definía a sí mismo como “socialista” en el portal de información alternativa Truthdig, del cual es uno de los editorialistas. En el episodio de su programa “On Contact” producido unos días después de la victoria de Trump, Hedges, a la vez que veía en la elección de este último la señal del “rechazo masivo de las políticas neoliberales implementadas por la elite política y financiera dirigente”, prevenía de que “las libertades civiles, ya gravemente erosionadas, podrían dejar que un Estado policial desatado y despiadado ocupe su lugar”. Finalmente, fiel a su enfoque “antisistema”, RT America dio la palabra a los candidatos de “terceros partidos” (Partido Verde, Partido Libertario), invitados en escasas ocasiones por los medios de comunicación de la competencia.

En Oriente Próximo, convertido desde el comienzo de los años 2000 en un campo de batalla mediático entre grandes cadenas internacionales, RT Arabic lamenta la desestabilización generada por las “primaveras árabes” –Al Jazeera las cubrió (5)– y vilipendia el intervencionismo militar de las potencias occidentales en la región, silenciado por la cadena Al Hurra, la cual está financiada por el Congreso estadounidense.

La crítica de la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de países soberanos también es uno de los caballos de batalla de RT en español, particularmente activa en México, en Argentina y en Venezuela. La cadena hispanófona difunde un discurso antiimperialista y antiliberal en sintonía con la izquierda latinoamericana, a la que apoya sin ambigüedades. Para el investigador John Ackerman, que posee una crónica regular en ésta, el resultado más que honorable de Lenín Moreno, el delfín del jefe de Estado ecuatoriano Rafael Correa, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en febrero de 2017 demuestra que “el ciclo de los Gobiernos progresistas no ha terminado en América Latina”. La cadena habla de “guerra económica contra [el presidente Nicolás] Maduro” (21 de febrero de 2017) para evocar las dificultades económicas que atraviesa Venezuela, pareciendo así que achaca a la oposición toda la responsabilidad de la crisis. No obstante, la cuestión del papel del Gobierno en la “mala gestión financiera” del país surgió durante una edición de “El Zoom” (14 de diciembre).

Predilección por los temas ligados a la seguridad

El sitio web de RT en francés, al igual que las demás secciones europeas de RT, muestra una tendencia netamente más conservadora. La plataforma multimedia rusa, poco presente con respecto a las cuestiones económicas y sociales, tiene cierta predilección por los temas relacionados con la seguridad. En 2016 se encontraba un artículo que mencionaba el desempleo por cada diecisiete artículos sobre terrorismo (frente a dos en Le Monde y a 1,7 en Le Figaro) (6). RT dedica relativamente más espacio que los demás medios de comunicación a los “pequeños” candidatos para las elecciones presidenciales francesas, pero ese reequilibrio favorece más al soberanista gaullista Nicolas Dupont-Aignan que al candidato de La France insoumise (Francia Insumisa), Jean-Luc Mélenchon (7). Sigue la misma lógica en el Reino Unido, donde el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), Nigel Farage, apareció diecisiete veces en RT UK entre 2010 y 2014 (8), mucho antes de la campaña por el brexit.

En el marco de las elecciones presidenciales francesas, el sitio web no pasa por alto ni los contratiempos judiciales de François Fillon (a menudo presentado en Francia como “prorruso”) ni las caceroladas que le reservan sus oponentes durante sus desplazamientos. También trata las sospechas de empleos parlamentarios ficticios que pesan sobre Le Pen; sin embargo, otorga un lugar importante a las declaraciones de sus abogados y a los comunicados de prensa del FN (17 y 20 de febrero). Indicio de una particular adhesión de la cadena rusa a la orientación política de la candidata del FN, también se puede encontrar en ella su rueda de prensa íntegra sobre su visión de la política exterior de Francia, durante la cual recordó su deseo de “fijar Rusia al continente europeo” (23 de febrero).

De conformidad con la línea antiliberal de RT, el candidato de En marche! (¡En Marcha!), Emmanuel Macron, ciertamente se beneficia del tratamiento menos favorable. El sitio web se burla de su postura “antisistema”, calificándola de una “estafa absoluta” a través del “economista aterrado” Dany Lang (3 de febrero). Pese a todo, incluso si se admite la obscenidad de los golpes bajos lanzados a Macron por dos miembros del partido Los Republicanos en la plataforma multimedia Sputnik, hermana pública de RT, nos encontramos lejos del “ensañamiento” del que se queja el candidato, que agita el retal rojo de la amenaza rusa (9).

RT manifiesta un gusto pronunciado por la protesta, también social, en particular cuando proporciona imágenes espectaculares de enfrentamientos con la Policía, de escaparates rotos o de incendios que pueden dar lugar a algunos “best of” de “vídeos impactantes” (30 de diciembre de 2016). También en Estados Unidos, la cadena se ha convertido en el escaparate de movimientos sociales de importancia como Occupy Wall Street, Black Lives Matter o, más recientemente, las marchas anti-Trump. Estas imágenes ponen el acento en las fracturas que atraviesan las sociedades occidentales.

El sitio web también se hace eco de la lucha del agricultor Cédric Herrou, defensor de los migrantes en el valle franco-italiano del Roya (10 de febrero), así como de las pancartas “Oui, on est chez nous” (“Sí, éste es nuestro país”) de los militantes del FN de Hénin-Beaumont mostradas en la película Chez nous de Lucas Belvaux, quien pone en escena la campaña presidencial de un avatar del FN (22 de febrero). En éste, las democracias liberales son presentadas como al borde del caos, incluso de la “guerra civil” (12 de enero). El medio de comunicación ruso cubre con frecuencia accidentes industriales con un filtro angustioso: incendio en la sala de máquinas de la central nuclear de Flamanville (telediario del 9 de febrero), unos cincuenta casos de intoxicaciones respiratorias debidas a un gas irritante en el aeropuerto de Hamburgo (12 de febrero). Se trata de una manera de relativizar el abismo tecnológico que separa Rusia de Europa Occidental y de Estados Unidos, y que sigue siendo uno de los principales desafíos para las elites rusas.

Un profundo antagonismo

A imagen y semejanza de CNN en Estados Unidos durante la guerra en Irak, RT se convierte en un instrumento de comunicación de guerra cuando se trata de cubrir conflictos que representan un interés estratégico capital para Rusia. La cadena se convierte entonces en la diligente intermediaria, en el ámbito internacional, de la visión oficial de los acontecimientos. En Siria, donde RT ha servido en varias ocasiones de tribuna al presidente Bachar el Asad, el desenlace de la batalla de Alepo cristalizó el profundo antagonismo de la guerra de la información ruso-occidental: tras la toma de la ciudad por el Ejército sirio, RT informaba en sus cadenas sobre el júbilo de los habitantes del oeste de Alepo, mientras que casi la totalidad de los medios de comunicación occidentales se centraban en la situación humanitaria de los barrios del este (véase el recuadro “¿Lo opuesto a la CNN?” en la página 2). Por el contrario, la cadena invitaba a un ex diplomático británico para comentar las “inevitables pérdidas civiles” en la liberación de Mosul –las tropas iraquíes, con el apoyo de la coalición liderada por Estados Unidos, están en proceso de hacerse con su control–.

Ironías de la historia, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) inauguró en enero de 2014 en Riga el Centro de Excelencia para la Comunicación Estratégica (StratCom). La institución, que apenas ha destacado por su preocupación por la verdad, sobre todo durante la guerra en la antigua Yugoslavia (10), ahora cuenta con la ambición de deconstruir las “campañas de información” de su mayor enemigo ruso recurriendo a la técnica, muy de moda, del fact-checking (“verificación de los hechos”).

RT puede alegrarse de estas iniciativas, que le permiten consolidar su identidad de medio de comunicación “antisistema” y canalizar las audiencias contestatarias jugando la carta del “solo contra todos”. Su equipo se ha convertido en un experto en el arte de reorientar las críticas a su favor. Como conclusión del vídeo promocional grabado con motivo del décimo aniversario de la cadena, Simonian se dirigía al espectador con una sonrisa: “Entonces, ¿así nos imagina? ¡Tiene razón, trabajamos exactamente de esta manera!”.

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(1) “Lunch with the FT: Kremlin media star Margarita Simonyan”, Financial Times, Londres, 29 de julio de 2016.

(2) Entre ellos Le Monde, Le Figaro, Libération, TF1, France Télévisions y Canal Plus en Francia. La lista completa se encuentra disponible en www.msm.rt.com

(3) Cyril Blet, “Les médias, un instrument de diplomatie publique”, Revue internationale et stratégique, vol. 2, n° 78, París, 2010.

(4) Alice Ross, “Boris Johnson urged UK to continue Saudi arms sales after funeral bombing”, The Guardian, Londres, 10 de febrero de 2017.

(5) Véase Yves Gonzalez-Quijano, “Et l’étoile d’Al-Jazira pâlit”, Le Monde diplomatique, París, mayo de 2012.

(6) Según el recuento realizado por Le Monde diplomatique en la base digital de Le Monde y de Le Figaro, así como en la página web de RT.

(7) Según el recuento de Le Monde diplomatique, entre el 1 de septiembre de 2016 y el 13 de febrero de 2017, el nombre del candidato de Debout la France aparece en 6 veces menos artículos que el del candidato más mencionado (François Fillon), frente a 20 veces menos en Le Figaro, 28 veces menos en Le Monde y... 43 veces menos en Libération. Mélenchon es citado 2,3 veces menos que Fillon en RT en francés, no muy lejos del resultado de sus competidores (3,3 veces menos en Le Monde y Le Figaro).

(8) Patrick Wintour y Rowena Mason, “Nigel Farage’s relationship with Russian media comes under scrutiny”, The Guardian, 31 de marzo de 2014.

(9) Cf. Richard Ferrand, “Ne laissons pas la Russie déstabiliser la présidentielle en France!”, Le Monde, 14 de febrero de 2017.

(10) Véase Serge Halimi y Dominique Vidal, “Medios y desinformación en torno a Kosovo”, Le Monde diplomatique en español, marzo de 2000.

Maxime Audinet

Doctorando en la Universidad París Nanterre. Investiga sobre la política de influencia de la Rusia contemporánea.

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