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Las memorias antagónicas de Kosovo

Derecho a la vuelta de refugiados, Protección a las minorías y a la multiplicidad de étnias: esa es la orientación definida por la Cumbre Europea con miras a las conversaciones sobre el estatuto de Kosovo, que deben abrirse este año. Más allá de relecturas nacionalistas, la historia incita a poner fin al juego de equilibrios seculares entre kosovares serbios ortodoxos y albaneses musulmanes para garantizar los derechos de todos.

por Jean-Arnault Dérens, julio de 2005

A unos kilómetros de Prístina, la capital de Kosovo, se enfrentan dos lugares de la memoria. Una torre conmemora el recuerdo de la batalla de Kosovo Polje, que una coalición de pueblos cristianos de los Balcanes, liderada por el príncipe serbio Lazar Hrebeljanovic, perdió el 28 de junio de 1389 frente al invasor turco. En la sede de esta batalla, en el lugar denominado Gazimestan, Slobodan Milosevic pronunció el 28 de junio de 1989 su discurso en que rehabilitaba el nacionalismo serbio y firmaba ipso facto la muerte de Yugoslavia ante aproximadamente un millón de serbios. Diez años más tarde, el 28 de junio de 1999, monseñor Pavle, patriarca de la Iglesia ortodoxa serbia, celebró en el mismo lugar l’opelo, el oficio de los muertos, del príncipe Lazar ante un puñado de fieles, bajo la estrecha protección de los militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que (...)

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