La globalización de finales del siglo XX entendida como la unificación de la economía mundial según el paradigma liberal, parece hoy tocar a su fin. Los síntomas son múltiples: guerras imperialistas, ascenso de los nacionalismos, conflictos comerciales cada vez más graves, tanto en el seno del núcleo capitalista como en su exterior, turbulencias sociales que estallan a lo largo y ancho de todo el mundo. Todo ello en un contexto de desequilibrios estructurales de la economía mundial y de la acentuación de las desigualdades sociales tanto en el interior de los países como entre ellos.
Estas tendencias desintegradoras debilitan los modelos de cooperación interestatal y los regímenes de gobierno que sostienen el orden mundial. Reflejan la contradicción entre el carácter transnacional de la expansión capitalista y la segmentación del sistema interestatal moderno de carácter nacional.
Esta contradicción no es nueva. A finales del siglo XIX, la conjunción del nacionalismo y el militarismo (...)