Hace treinta años, huir del sistema político opresivo de su país les valía a los candidatos al exilio los halagos de los países ricos y la prensa. Se consideraba entonces que los refugiados habían “elegido la libertad”, es decir, Occidente. Así, por ejemplo, un museo en Berlín honra la memoria de los ciento treinta y seis fugitivos que murieron entre 1961 y 1989 cuando intentaban atravesar el muro que cortaba la ciudad en dos.
Los cientos de miles de sirios, somalíes o eritreos que hoy “eligen la libertad” no son acogidos con el mismo fervor. El 12 de octubre de este año, en Lampedusa, se necesitó una grúa para cargar en un barco de guerra los restos de cerca de trescientos de ellos. El Muro de Berlín de estos boat people fue el mar; Sicilia, su cementerio. Recibieron la ciudadanía italiana a título póstumo.
Su muerte parece haber inspirado a algunos líderes (...)