En el transcurso de los últimos meses, el presidente ruso Vladímir Putin ha obtenido dos éxitos importantes en la escena internacional. En el mes de agosto, ofreció asilo al informático estadounidense Edward Snowden, autor de espectaculares filtraciones en los sistemas de vigilancia digital de la Agencia Nacional de Seguridad (National Security Agency, NSA). En ese momento pudo jactarse de que Rusia era el único Estado del mundo capaz de resistir las exigencias de Washington. Para sustraerse a ellas, incluso China se había desentendido, seguida por Venezuela, Ecuador y hasta Cuba, quienes multiplicaron las excusas.
Paradójicamente, las presiones ejercidas por el vicepresidente Joe Biden y por el propio presidente Barack Obama a los gobiernos tentados de recibir al joven estadounidense, contribuyeron en gran medida al éxito de Putin. Washington actuó como si Snowden representara un riesgo comparable al que encarnaba el ex dirigente de Al Qaeda, Osama Ben Laden. Hasta obtuvo de (...)