En un rincón de su despacho, en la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT) en Montreuil, Philippe Martinez, secretario general de la organización, ha colocado una fotografía aérea de las antiguas fábricas de Renault, en Boulogne-Billancourt. En la discusión, el técnico, exdelegado sindical, habla a menudo y con orgullo de su empresa. El metalúrgico ha conservado el sentido de las metáforas automovilísticas. “Mi principal preocupación es que no cambiemos a segunda y a tercera”, señala en vísperas del 52º congreso del sindicato, durante el cual aspirará a renovar su mandato.
Y es que, para la central, urge progresar. Por una parte, el número oficial de sindicados se va erosionando: de 695.000 en 2012 cayó a 636.000 en 2017, volviendo así al nivel de comienzos de los años 1990. Por otra parte, su resultado en las elecciones sindicales ha continuado descendiendo: a finales de 2018, la CGT incluso cedió su (...)