El informe del fiscal especial Robert Mueller es inequívoco: rechaza radicalmente la teoría conspirativa que equipara a Donald Trump con una marioneta de Rusia. No existe ninguna prueba de colusión entre Moscú y el bando republicano con vistas a “hackear” los correos del equipo de campaña de Hillary Clinton en 2016. Nada corrobora las acusaciones de vínculos entre diversos asesores de Trump y personalidades, rusas o no, presentadas como intermediarias del Kremlin.
En su informe, Mueller invalida el significado de cada una de las pruebas que debían respaldar la tesis del complot ruso: la reunión en la Trump Tower en junio de 2016; los esfuerzos (en vano) por construir una Trump Tower en Moscú; el rechazo de una enmienda relativa a Ucrania en la plataforma republicana de 2016; la colaboración entre Paul Manafort, director de campaña del multimillonario, y Konstantin Kilimnik, asesor político; las conversaciones (grabadas) del exteniente general Michael Flynn, (...)