El nuevo “Gran Juego” está en su apogeo. Esta vez, el petróleo y el gas se sitúan en el corazón del conflicto. Pero la demanda de hidrocarburos no explica por sí sola la batalla que libran las grandes potencias para apoderarse de los yacimientos de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central y del Cáucaso, que con el derrumbe de la URSS en 1991 escaparon a la influencia de Moscú. El oro negro y el oro gris representan también el medio para una lucha de influencias destinada a controlar el centro del continente euroasiático. Por intermedio de majors petroleros, los oleoductos son como largas cuerdas que permiten a las grandes potencias amarrar en su seno geoestratégico a los ocho Nuevos Estados Independientes (NEI) de la región.
El “Gran Juego”, expresión que se ha convertido en legendaria con Kim, la novela de Rudyard Kipling, designaba en el siglo XIX la lucha de (...)