¡Castigado! ¿Cómo podía el todopoderoso Banco Mundial aceptar, en 2005, que el joven ministro de economía ecuatoriano Rafael Correa decidiera, con el pretexto de que el país atravesaba una crisis político-social de extrema gravedad, revisar la utilización de los recursos petroleros, reduciendo el pago de la deuda y aumentando los gastos sociales? El Banco suspendió inmediatamente un préstamo de 100 millones de dólares prometidos a Ecuador y, con la ayuda de algunos amigos, interfirió en la carrera del ministro en cuestión. “Los dueños del petróleo, Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ejercieron presión sobre el presidente [Alfredo Palacio], relató luego Correa. He perdido su confianza y su apoyo”. Desautorizado, el joven economista optó por dimitir.
Pero una vez elegido presidente de la República el 3 de diciembre de 2006, no olvidó el episodio, ni el ostensible desprecio por la soberanía del (...)