El hambre no es una calamidad natural”, señala Olivier De Schutter, relator especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación. En esencia es el fruto de opciones políticas inadecuadas. Una constatación que se manifiesta terrible y a la vez saludable. Terrible por su amplitud: según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), mil millones de personas estarían subalimentadas; dos mil millones son víctimas de desnutrición; cada año mueren nueve millones de ellos. Saludable porque la crisis alimentaria podría evitarse mediante otros modelos de sociedad. No faltan las soluciones alternativas, técnicamente realistas y eficaces que constituyen otro modelo de desarrollo. Sin embargo, su identificación supone determinar las causas del marasmo.
En primer lugar está el reciente agravamiento de la crisis: en un año se han contabilizado unos cien millones adicionales de víctimas del hambre. Esta catástrofe fue provocada por la explosión de los (...)