El 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín. Veinte años después, mientras el capitalismo, a su vez, vacila bajo los golpes de una crisis sistémica, ¿qué balance se puede establecer de las dos décadas que acaban de transcurrir? ¿Por qué otros muros, igual de indignantes, no se han derribado?
Simbólicamente, el hundimiento del muro de Berlín marca la conclusión de la guerra fría así como el fin –aunque la Unión Soviética no se disolvería hasta diciembre de 1991– del comunismo autoritario de Estado en Europa. Pero no el fin de la aspiración de millones de pobres a vivir dignamente en un mundo más justo e igualitario.
El muro de Berlín se hunde debido, por lo menos, a tres hechos capitales ocurridos durante la década de 1980:
1/ las huelgas de agosto de 1980 en Polonia, que ponen en evidencia una contradicción fundamental: la clase trabajadora se opone a un presunto (...)