En mayo pasado terminó un concurso nacional, organizado por decisión del Parlamento alemán y abierto a todos los artistas y arquitectos. La convocatoria de proyectos concernía a la realización de un monumento nacional que simbolizara “la unidad y la libertad”. Fracaso total: de más de quinientas propuestas presentadas, ninguna convenció. “Esta dificultad para encontrar un símbolo unificador es el problema histórico de Alemania”, opina Enzo Traverso, que se encontraba en Berlín impartiendo un semestre de enseñanza en la Universidad Libre. El historiador menciona “un gran país, de gran cultura, que desempeñó un papel importante en la historia, pero que no tiene un mito positivo y que siempre se había definido negativamente. Cuando Alemania se definió positivamente, lo hizo en un espacio supranacional. Esta búsqueda de un posicionamiento identitario que no fuera etno-cultural puede verse en la noción de patriotismo constitucional”.
Traverso dice estar sorprendido por “el contraste, muy perceptible en Berlín, (...)