Al recorrer los suburbios de Ulán Bator y escuchar a algunos campesinos de los 400.000 o 500.000 que se aglutinaron allí desde hace una década, observamos que Mongolia ha sufrido un cambio. Una ruptura, más bien: desde principios de los años 2000, el 15% de los 2.800.000 mongoles ha emigrado hacia la capital. Nunca este país, dos veces y media más grande que Francia, había conocido tal éxodo rural. El desarrollo industrial y urbano estimulado durante el régimen socialista, seguido del pasaje brutal a la economía de mercado en los años 1990, podría muy bien poner fin al modo de vida nómada que se ha perpetuado durante 2.500 años en el rudo clima del interior de Asia.
Sólo un tercio de los mongoles vive todavía del pastoreo nómada. En 1980, el 80% se dedicaba a esta actividad. Las imágenes de ger (yurtas [tienda de campaña circular con techo en forma de (...)