Un caso de manual
Moulinex, espejo de la mundialización
Durante el Foro Económico de Davos, en enero de 2004, una nueva e inesperada inquietud surgió en los cenáculos: la deslocalización. En tanto que las deslocalizaciones afectaban a las industrias tradicionales, nadie tenía nada que decir al respecto. Sin embargo, desde ahora están afectando también a empleos, incluso cualificados, en el sector servicios (informática, asesoría jurídica,….) y, por lo tanto, a la clase media. Los dirigentes occidentales comienzan a inquietarse. En Francia, en vísperas de periodo electoral, el presidente de la República y el gobierno fingen alarma al descubrir los desgastes de la desindustrialización con el fín de enmascarar su desastroso balance social. El asunto Moulinex representa un caso de manual: sometida a la “dura ley de los mercados financieros”, la empresa ha exigido a los asalariados un sinfín de adaptaciones. Incluso así Moulinex está muerta.
por Frédéric Lordon,
marzo de 2004
Se dice que el pez rojo goza de una memoria que no excede los tres segundos y que de allí proviene su aptitud para dar vueltas en su pecera sin aburrirse. Concentrada en sus urgencias instantáneas –los kioskeros, la eutanasia, el velo, los radares– la prensa común también da tranquilamente vueltas en el agua. Hace ya tiempo que el asunto Moulinex desapareció de su cabeza. ¿Por qué habría de dejar huellas? Una declaración de quiebra que se remonta a 2001, los remates para su liquidación un año más tarde: todo eso está tan lejos. ¿Qué queda de Moulinex? Algunos centenares de trabajadores todavía en la estacada, a pesar de las promesas de reubicación, no merecedores de una primera plana, es decir, nada.
Se podría objetar que Moulinex no goza de ninguna singularidad, y que las empresas Metaleurop, Air Lib, y otras como GIAT, que le sucedieron, no tienen menos méritos para (...)