Su gran reunión tiene lugar cada martes en un bello palacete de un barrio acomodado de Brasilia. “Se trata de un almuerzo y el menú cambia cada semana”, explica el responsable de comunicación del grupo parlamentario ruralista. Por “menú” no hay que entender una sucesión de platos, sino temas sobre los que este lobby de grandes terratenientes en el Parlamento discute en petit comité para trasladarlos más tarde al Congreso o al Planalto, el palacio presidencial.
“Se trata precisamente de eso: discuten para determinar con qué salsa se comerán los derechos de los indígenas o la reforma agraria”, ironiza Alceu Castilho, responsable de “Ojo avizor con los ruralistas”, el observatorio agroindustrial en Brasil. Desde la llegada a la presidencia de Michel Temer, en agosto de 2016, este grupo parlamentario ha adquirido una influencia inédita. ¿Su baza? Haber contribuido con la mitad de los votos del Congreso que aprobaron la destitución de (...)
