Para que un habitante de Montluçon, primer municipio del departamento de Allier, pueda ir en tren a Lyon, su nueva capital regional –situada a 183 kilómetros a vuelo de pájaro–, tiene que contar como mínimo con tres horas y media, con un transbordo obligatorio, cuando no son entre cuatro y cinco horas con las otras opciones posibles. Es decir, tarda más tiempo que un habitante de Lille, que reside tres veces más lejos.
“Estamos cerca de todo y, a la vez, lejos”, resume Daniel Coffin, uno de los impulsores del Comité de Defensa del Ferrocarril Local (CODERAIL). Este ferroviario jubilado recuerda aquella época bendita en la que se podía hacer casi todo en tren gracias al sistema radial ferroviario en torno a Montluçon. Situada en el centro del país, esta ciudad era una intersección ferroviaria. Así lo había decidido Napoleón III, recibido con gran pompa en las fábricas de la ciudad (...)