Bajo la mirada incrédula de los agentes de policía, el médico se cuela en el tribunal del distrito de Insein, en Rangún, y clava una jeringuilla en el lívido brazo de Kyaw Soe Oo, periodista de la agencia de prensa británica Reuters, que se encuentra en el banquillo de los acusados y cuyo estado de salud preocupa a sus familiares. Esas manos enfundadas en guantes de plástico no tiemblan, aunque el médico parece tener prisa. En cuanto el juez entra en la sala, aquel desaparece con un frasco de sangre entre sus manos. “Hagan sus exámenes médicos en otro lugar –reprende el magistrado–. No quiero que vuelva a ocurrir, ¡esto no es un hospital!”.
El incidente ha causado un silencio incómodo. El juez no está del todo equivocado: no es un hospital; apenas es un tribunal. Trozos del techo de la sala de audiencias caen sobre unos bancos dispares donde se (...)