El poder de los think tanks americanos puede medirse por su capacidad de producción de las ideas que estructuran el debate público internacional y de la promoción de los personajes que las interpretan. Uno de los casos más emblemáticos es sin duda el de Francis Fukuyama, universitario vinculado al Departamento de Estado y a la Rand Corporation quien, en 1992, publicó un libro titulado El Fin de la Historia y el último hombre, traducido a decenas de lenguas. Su tesis central es bien conocida: la caída del Muro de Berlín y del comunismo conlleva la desaparición de la Guerra Fría y de las ideologías, así como el advenimiento de la democracia liberal de mercado convertida en el punto de llegada de la historia universal. Una forma de presentar al capitalismo como el estado natural de las sociedades.
Con el Tratado de Roma (1957), la construcción europea había anticipado a Fukuyama dotándose (...)