“Hablar de la instauración de una renta básica sin precisar qué se entiende por eso equivale a discutir la adopción de un felino sin aclarar si se piensa en un gatito o en un tigre”, señala Olli Kangas, director de investigación de KELA, el Instituto Finlandés de la Seguridad Social. Ahora bien, desde hace algunos meses, la idea encuentra cada vez más eco en Europa y más allá; y sus primeros partidarios no pueden evitar tener la impresión de ver gatitos, tigres y diversas criaturas híbridas saltar en todos los sentidos ante sus asombrados ojos.
En efecto, todo el mundo coincide en una definición sucinta de renta básica. Cada persona recibiría de la Administración, desde que nace hasta que muere, sin condiciones ni contrapartidas, una suma establecida, acumulable a sus otros ingresos, incluso los provenientes de un trabajo. En las versiones de izquierdas, sería una cantidad cercana al salario mínimo francés, (...)