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Aumento de suicidios y cáncer profesional

El trabajo, lugar de violencia y muerte

El paro, percibido como principal problema social, ha tenido tendencia a enmascarar otra realidad, la de los ataques a la salud ligados al trabajo. La intensificación de las tareas, la presión en los plazos, la precarización en el estatus y la fragmentación de los equipos entrañan una fuerte degradación de las condiciones de vida en las empresas. Jamás el número de asalariados expuestos a sustancias cancerígenas había sido tan elevado. Fragilizados por la exigencia jerárquica y la obligación de obtener resultados, algunas personas acaban suicidándose.

por Annie Thébau-Mony, julio de 2007

“El que instigare a otro al suicidio será castigado con tres años de prisión y una multa de 45.000 euros, si el suicidio o el intento de suicidio se consumaran”.

(Código Penal, art. 223-13)

Triste récord para Francia, a la cabeza de los países en los cuales el suicidio –especialmente de los hombres activos– crece continuamente desde 1975. Su número alcanzó los 11.000 al año en 2000, “es decir, más de uno por hora”, señalan los sociólogos Christian Baudelot y Roger Establet quienes, en una obra tan precisa como inquietante, afirman: “Se trata, siempre, de graves contradicciones entre las exigencias de la vida social y el destino individual”. Según datos recientes suministrados por el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (INSERM), el número de muertes por suicidio sería de 12.000 al año de promedio.

¿Cuántas son consecuencia de la actividad profesional? Ninguna estadística permite responder a esta pregunta. El suicidio en (...)

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