Portada del sitio > Mensual > 2020 > 2020/02 > El astrólogo que inspira a Jair Bolsonaro

En Brasil, un reaccionario en la primera línea de la batalla de las ideas

El astrólogo que inspira a Jair Bolsonaro

“Populista de derechas”, aficionado a las provocaciones, el presidente brasileño Jair Bolsonaro a veces es presentado como un “Donald Trump tropical” en referencia al jefe de Estado estadounidense, cuya imprevisibilidad comparte. Pero su política no se reduce a sus extravagancias: se inspira particularmente en la ideología formulada por un, hasta hace poco, discreto gurú.

por Gilberto Calil, febrero de 2020

“Olavo de Carvalho no existe”. Formulada en 2001, esta afirmación del sociólogo Emir Sader, próximo al Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), ha ilustrado durante mucho tiempo la acogida que se le ha dado al trabajo de este intelectual en los círculos progresistas de Brasil. Las tesis reaccionarias de un filósofo panfletario, que también ejercía como astrólogo, inspiraban desprecio entre los académicos y parecían muy alejadas de las preocupaciones del público en general. Muchos estaban convencidos de que Carvalho sólo “existía” para los sectores más radicales de la derecha brasileña, un nicho político que se hacía oír a gritos pero con poco peso.

Con la elección de Jair Bolsonaro como presidente del país, en octubre de 2018, los marginados de ayer se hicieron con el poder. En una intervención destinada a las redes sociales tras su victoria electoral, Bolsonaro colocó cuatro libros en un lugar bien visible: la Biblia, la Constitución Brasileña, una obra sobre Winston Churchill y finalmente, uno firmado por Carvalho. Los intelectuales de izquierdas descubrieron entonces que su menosprecio hacia este les había impedido comprender “cómo el cúmulo de errores fácticos que caracteriza [su obra] podía haber acabado pareciendo coherente a una parte de la población”, en palabras del politólogo Alvaro Bianchi (1).

Nacido en 1947, Carvalho militó durante un breve periodo de tiempo en el Partido Comunista Brasileño, en la década de 1960. Comenzó los estudios de Filosofía, que pronto abandonará, juzgando la enseñanza que recibía como de muy baja calidad. A partir de 1967 empezó a escribir para los principales periódicos, dedicándose a la astrología, una “disciplina fundamental”: “Aquellos que no la han estudiado no saben nada. Son analfabetos” (2). Cuando logró unirse a las ya bien surtidas filas de los columnistas conservadores, pasó a criticar el buenismo que, en su opinión, se había apoderado del país desde el final de la dictadura (1964-1985). De ahí el título de una de sus principales obras, publicada en 1996: O Imbecil Coletivo: Atualidades inculturais brasileiras (“El Tonto Colectivo. Novedades inculturales brasileñas”).

Su irrupción como intelectual se explica también por el apoyo que recibió de Ronaldo Levinsohn. Este banquero, que milagrosamente salió airoso de una serie de escándalos financieros, es propietario de UniverCidade, una universidad privada que abre sus puertas a Carvalho. Allí fue profesor de Filosofía entre 1997 y 2001, y dirigió el sello editorial del centro entre 1999 y 2001.

Su interés por la batalla de las ideas no le lleva a renunciar al mundo material. Ya en 1998, lanzó un sitio web para difundir sus análisis y recaudar los donativos que recaba a las clases altas. Su planteamiento, reformulado aquí en 2009, es el siguiente: en tanto que el “‘aparato ideológico’ burgués del que hablan los marxistas no existe”, las clases altas se encuentran “indefensas” ante la amenaza comunista. “Cuando se aventuran a defenderse a sí mismas, lo hacen con tal discreción y delicadeza que dan la sensación de luchar contra el oponente más benévolo y comprensivo del mundo, y no contra esas ‘máquinas de matar’ que los revolucionarios se enorgullecen de ser” (3). Carvalho se presenta como uno de los escasos intelectuales determinados a defender la causa de los pudientes. Pero, probablemente al no ser consciente de su fragilidad, la burguesía no le ofrece el apoyo económico que cree merecer. Durante décadas, Plínio Salgado (1895-1975), el líder histórico del fascismo brasileño, también se lamentaba: “La burguesía no nos ayuda”.

Cruzada contra Gramsci

La escritura de Carvalho se caracteriza por su gusto por la vulgaridad y su tono belicoso. Esta agresividad se presenta como garantía de autenticidad, lo que recuerda al estilo de Bolsonaro. Carvalho considera que sus groserías “tan solo expresan el humilde rechazo hacia una falsa solemnidad”. Defiende su uso “en casos en los que una respuesta delicada constituiría una forma de complicidad con aquello que es intolerable” (4).

Esta opción retórica también permite eludir el debate cuando se carece de argumentos convincentes. Una de las técnicas favoritas de Carvalho consiste en descalificar a sus adversarios utilizando para ello apodos con connotaciones sexuales o escatológicas. Afirmando, por ejemplo, que el “personal de izquierdas” es esencialmente genocida, concluye: “Si les respondéis cortésmente, les estáis dando dignidad a sus ideas. (...) ¡Puta educación! ¡Qué os jodan, hijos de puta!” (5). Pero a veces acierta, sobre todo cuando critica la morgue de intelectuales progresistas que lo acusan de no tener un título universitario... en un país donde más del 83% de la población adulta tampoco lo tiene.

En 2002, Carvalho lanzó el portal en Internet Mídia Sem Máscara (“Medios de comunicación sin máscaras”, MSM). Si bien en aquel momento escribía regularmente columnas de opinión para los principales periódicos del país, su plataforma se fijó como objetivo demostrar el control que los comunistas ejercen sobre la prensa. Esta cruzada, a priori algo absurda en un país donde los medios de comunicación son propiedad de la oligarquía, situará a Carvalho como un referente intelectual de la extrema derecha, que admira su “valentía”.

A los ojos del astrólogo, la etiqueta “comunistas” incluye a los tibios reformistas, a los socialdemócratas de pro y a los neoliberales del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB, derechas). Estos últimos están a favor de una “apertura” económica acompañada de una modernización de la sociedad y son, en su opinión, uno de los actores clave de una operación ideológica que él califica de “gramsciana”, y que pretendería debilitar la sociedad brasileña para preparar su derrocamiento. A partir de la publicación de A Nova Era e a Revolução Cultural (“La Nueva Era y la Revolución Cultural”, 1994), Antonio Gramsci se convirtió en una obsesión para Carvalho. Según los cálculos del investigador Leonardo Puglia, el nombre del intelectual comunista italiano –presentado como “el profeta de la imbecilidad, el guía de las hordas de imbéciles” (6)– aparece “318 veces en los cuatro principales libros publicados por el autor” (7).

“Si Lenin es el teórico del golpe de Estado –explica Carvalho–, [Gramsci] es el estratega de la revolución psicológica que debe preceder y preparar el terreno para el golpe de Estado. (...) La revolución gramsciana es a la revolución leninista lo que la seducción es a la violación” (8). La “estrategia gramsciana”, que se estaría propagando de forma imperceptible, aspiraría a erosionar los cimientos cristianos y morales de la sociedad con el objetivo de allanar el camino para la revolución comunista. De ahí la “guerra cultural” que los “comunistas” librarían contra la sociedad brasileña para promover el aborto, la homosexualidad y la libertad sexual. Este razonamiento fue retomado, prácticamente al pie de la letra, por la senadora Kátia Abreu en 2011: “La hegemonía del pensamiento de izquierdas, que la estrategia gramsciana de revolución cultural ha inoculado en la universidad, ha establecido una dictadura del pensamiento” (9), esto lo proclamó cuatro años antes de formar parte del Gobierno “aperturista” de Dilma Rousseff (PT) como ministra de Agricultura.

Paradójicamente, el éxito de Carvalho se sustenta en un conjunto de herramientas de comunicación análogas a las que Gramsci propuso a los comunistas para llevar a cabo la “guerra de posiciones”, es decir, la batalla de las ideas. Así, participa en una suerte de revolución cultural de derechas, propiciando la elección de Bolsonaro, cuyo Gobierno refleja sus posiciones esenciales: anticomunismo, negacionismo climático, cuestionamiento de los derechos humanos, ataques contra mujeres, comunidades de color y minorías sexuales. Ahora sabemos que el intelectual escogió en persona al actual ministro de Educación, Abraham Bragança de Vasconcellos Weintraub, así como al ministro de Asuntos Exteriores, Ernesto Araújo. Pero su influencia se ha hecho sentir especialmente a través del presidente y de su prole: Flávio (senador), Eduardo (diputado federal) y Carlos (concejal municipal de Río de Janeiro).

Bajo la presidencia de Luiz Inácio “Lula” da Silva (2003-2010) y de Dilma Rousseff (2011-2016), las diferentes facciones de la derecha lograron unirse lo suficiente como para obtener el encarcelamiento (sin pruebas) del primero y la destitución (inconstitucional) de la segunda. Una vez fue elegido Bolsonaro, las divisiones resurgieron, incluso en el seno del Gobierno. Estas enfrentan a los militares (que ocupan ocho ministerios), los ultraliberales (encabezados por el ministro de Economía Paulo Guedes) y la facción más ideológica que gravita en torno a Carvalho, como la pastora Damares Alves, ministra de Derechos Humanos, Familia y Mujer, quien preconiza que los niños vistan ropa de color azul y las niñas de color rosa.

“Payasos, traidores y vagabundos”

A día de hoy, Carvalho figura entre los blancos del vicepresidente, el general Antônio Hamilton Mourão, así como de grupos ultraliberales como el Movimiento Brasil Libre. Por su parte, el filósofo-astrólogo denuncia a los “moderados” del Gobierno, cuya timidez impediría a Bolsonaro implementar su programa. El primero de los obstáculos para el cambio: el general Mourão, un “crío iletrado” (10).

Carvalho aboga por la radicalización política. Secundó las manifestaciones del 26 de mayo de 2019 en las que se pedía la suspensión de las instituciones democráticas, acusadas de obstaculizar las ambiciones del “pueblo”, y las del 30 de junio, que apoyaban al juez Sérgio Moro (actual ministro de Justicia), responsable del encarcelamiento de Lula da Silva, aunque ya haya quedado demostrado que politizó el proceso judicial. Durante esta última manifestación, unos altavoces instalados en un camión difundieron un mensaje de Carvalho: “Durante cuatro o cinco décadas, los comunistas y sus socios dominaron Brasil: los medios de comunicación, las universidades, el mundo de las artes y del espectáculo. ¡Todo, absolutamente todo!”. El intelectual invitó a los manifestantes a romper con “los payasos y los traidores, quienes han empezado a negociar con el otro bando y se llaman a sí mismos moderados”. Ha llegado el momento, concluyó, de “romper las piernas de estos vagabundos”.

NECESITAMOS TU APOYO

La prensa libre e independiente está amenazada, es importante para la sociedad garantizar su permanencia y la difusión de sus ideas.

(1) Citado por Patricia Facchin, “Olavo de Carvalho é um efeito da nova direita, e não sua causa”, Instituto Humanitas Unisinos, 19 de diciembre de 2018, ihu.unisinos.br

(2) Um acerto de contas com a astrologia”, Porto do Céu, Recife, junio de 2000.

(3) Diário do Comércio, São Paulo, 17 de agosto de 2009.

(4) Coleção de frases com Cu e cia”, Olavo de Carvalho, 20 de abril de 2015.

(5) Citado por Lucas Patschiki, “Os litores da nossa burguesia: o Mídia Sem Máscara em atuação partidária (2002-2011)”, tesina de máster de Historia, Universidad Estatal de Paraná Occidental, 2012.

(7) Leonardo Seabra Puglia, “Gramsci e os intelectuais de direita no Brasil contemporâneo”, Teoria e Cultura, vol. 13, n° 12, Juiz de Fora, diciembre de 2018.

(9) Citado por Lucas Patschiki, “Os litores da nossa burguesia”, op. cit.

Gilberto Calil

Profesor de Historia en la Universidad Estatal de Paraná Occidental (Unioeste).