En diciembre de 1965, el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) en sesión plenaria denuncia dos recientes películas de ficción por “falso liberalismo, pesimismo y escepticismo”; más tarde, suspende diez películas en curso de la Deutsche Film AG (DEFA), el estudio cinematográfico estatal, es decir, la práctica totalidad de la producción anual. La posibilidad de una renovación en profundidad del cine, fenómeno que tiene lugar en ese momento por doquier, también en la Unión Soviética y varios países socialistas de Europa, se desvanece. La desconfianza recíproca entre los cineastas y las autoridades es definitiva.
La historia de la censura cinematográfica recorre los cuarenta años de la República Democrática Alemana (RDA), en medio de complejas instancias y motivaciones. Además del buró político, el Comité Central del Partido y el Ministerio de Cultura, del que depende el estudio (el propio presidente del Consejo de Estado, Walter Ulbricht, ve las películas), hay que contar (...)