Elon Musk puede alegrarse. Capaz de declarar, medio en broma: “Pienso que estaría bien nacer en la Tierra y morir en Marte. Preferentemente no en el punto de impacto”, el dueño de la empresa californiana SpaceX es el nuevo protagonista de esa clase de empresarios que hicieron fortuna en la informática (fundó PayPal, la empresa de pagos en Internet) y que, al preguntarse “¿y ahora qué hacemos?”, dirigieron su mirada al espacio. El regreso a la Tierra sin dificultades de su cápsula Dragon, el 31 de mayo de 2012, marcó un giro en la epopeya espacial. “Después del Sputnik y la carrera espacial de la Guerra Fría, seguida por la era de los transbordadores espaciales, el primer lanzamiento exitoso de un cohete y una cápsula desarrollados por el sector privado para una misión comercial es sin duda un acontecimiento importante”, señala la revista especializada Flight International. Esta prueba exitosa significará (...)
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Al asalto del octavo continente
por Philippe Rivière,
septiembre de 2012
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