Bengala Occidental, la India. A lo lejos, dos personas caminan bordeando la frontera, una vestida de blanco, la otra, de naranja. La primera rueda por el terraplén tendiendo las manos para ayudar a la segunda. Juntas, chapotean por un canal estrecho, con el agua hasta la cintura, entre los jacintos de agua violetas. A 500 metros a su izquierda, se erige una sección de la famosa barrera. Pero aquí, no hay nada. Solo una luz crepuscular en la que todo se disuelve. Las dos minúsculas siluetas trepan el talud por un camino de tierra, a lo lejos. Y listo, ya han cruzado, desapareciendo en los repliegues del terreno de otro país. Coste total del viaje: de 500 a 1.000 rupias (entre 7 y 14 euros) la ida simple, dependiendo del grado de intimidad con los guardias sobornados.
“Bangladesh está justo ahí atrás”, nos indica Shoun señalando una línea de palmeras de (...)