En la última entrevista ofrecida antes de su muerte, el sociólogo liberal Ralf Dahrendorf sorprendió al distanciarse de su teoría más conocida, la de una elite mundializada –o “clase global”, en la terminología anglosajona– destinada a dominar el planeta sin tener en cuenta las fronteras ni las pertenencias nacionales. Al preguntarle si dicha elite había sobrevivido a la crisis financiera de 2008, Dahrendorf respondía: “En este momento está muy dispersa”. ¿Consideraba esa dispersión como un fracaso de su teoría o como un simple contratiempo? El desarrollo de la entrevista no lo precisó.
Para muchos investigadores en ciencias sociales, ensayistas y militantes, la existencia de esta “clase global” –tanto alabada como denunciada– se impone como una evidencia. En 1996, Jacques Attali soñaba con una “revolución cultural” capaz de propiciar el surgimiento de una “superclase europea”. “La aceptación de lo nuevo como una buena noticia, la precariedad como un valor, la inestabilidad como (...)