Debemos a Franz Josef Strauss una de las leyes de hierro de la política alemana. Pilar de la República de Bonn, el líder de la Unión Social Cristiana (CSU, por sus siglas en alemán), hermana menor bávara de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán), afirmó, en 1986: “A la derecha de la CSU, no debe haber una fuerza democráticamente legitimada.” Treinta años después, ¿se revolverá Strauss en su tumba? Por primera vez desde 1945, la Democracia Cristiana ve crecer a una rival a su derecha: Alternative für Deutschland (AfD, Alternativa para Alemania).
Como sintetiza Alban Werner, del Instituto para la ciencia política de Aix-la-Chapelle, es “un éxito sin precedentes. Nunca un nuevo partido había logrado acercarse tanto al umbral del 5% (que permite obtener escaños en el Bundestag, el Parlamento Federal). La AfD, fundada en abril de 2013, obtuvo cinco meses después el 4,7% de los votos. (...)