“Tenemos tendencia a hablar de los inmigrantes únicamente en las noticias de sucesos o del pobre miserable, a no verlos más que como agresores o víctimas”, observaba en 1988 Robert Solé, periodista de Le Monde. Veintisiete años más tarde, la observación no ha perdido su pertinencia. Y su validez excede ampliamente las fronteras francesas.
La inmigración ocupa un lugar central, cada vez mayor, en el debate político; es una cuestión social importante. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en 2014, tres mil cuatrocientos inmigrantes murieron tratando de atravesar el Mar Mediterráneo para llegar a Europa. En Francia, donde el porcentaje de extranjeros no supera el 6% de la población total, el Frente Nacional (FN) especula con el miedo a la invasión para ganar terreno en los escrutinios locales o nacionales. En Estados Unidos, en 2014, más de sesenta mil niños no acompañados fueron detenidos en la (...)