Gritos, disparos, una multitud aterrorizada... Películas y sonidos originales se reproducen una y otra vez: el flamante museo de Free Derry, ubicado en pleno corazón del barrio republicano de Bogside, en Londonderry (Irlanda del Norte), hace revivir a los visitantes el Bloody Sunday. Ese día, el 30 de enero de 1972, una manifestación por los derechos civiles de la comunidad católica, minoritaria, degeneró en masacre. Trece jóvenes manifestantes murieron acribillados por el Ejército británico. El museo exhibe ropa agujereada y manchada de sangre. Sobre un estante, la ropa de un bebé y el vendaje utilizados en vano para cubrir las heridas de Michael Kelly. Al lado, una foto de John Young, sonriente: un texto explica que murió de un disparo en la cabeza.
En el museo, la mitad del cual está dedicado a esta tragedia, hay catorce cruces blancas colgadas en la pared, con los nombres de las trece víctimas, y (...)