Un diario paquistaní publicó recientemente una encuesta según la cual los entornos de los negocios prefieren un régimen dirigido por militares. No es ninguna sorpresa. Al igual que las otras elites, a los grandes capitalistas de este país no les molesta en absoluto que uno de los pilares del poder sea el ejército. De hecho, esa institución se considera investida de una misión: “poner en orden” a los civiles agitadores y supuestamente menos patriotas que los uniformados. Es lo que el ejército trató de hacer nuevamente el 3 de noviembre, cuando el presidente Pervez Musharraf suspendió la Constitución y decretó el estado de emergencia (Emergency Plus). El general argumentó que se trataba de preservar la integridad del Estado frente a los extremistas religiosos y a los terroristas. En realidad, esa decisión apuntaba a preservar el extraordinario poder político, y sobre todo económico, del ejército.
En efecto, se sabe que las Fuerzas (...)