El pasado 26 de abril, mientras los medios de comunicación se estremecían de horror ante la idea de que un multimillonario liberal adquiriera Twitter, el comisario europeo de Mercado Interior Thierry Breton consideró útil advertir a Elon Musk en dicha red social: “Cualquier empresa que opere en Europa tiene que cumplir nuestras normas”. Que proclame una obviedad de ese calibre, y que al hacerlo suene a desafío, dice mucho de los años de impotencia de las autoridades europeas cuando de regular las grandes tecnológicas se trata.
Entre las intentonas recientes realizadas bajo la égida de Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, el proyecto de reglamento de servicios digitales, más conocido por las siglas de su nombre en inglés, DSA (Digital Services Act), concitó el pasado 23 de abril un acuerdo político provisional entre la Comisión, el Parlamento y el Consejo de la Unión Europea (UE). Anunciada al (...)