Exceptuando una breve interrupción, la familia Rajapaksa ha manejado las riendas del poder en Sri Lanka durante los últimos diecisiete años: bajo la presidencia primero de Mahinda de 2005 a 2015, y luego bajo la de su hermano Gotabaya, desde 2019. Este clan ha cimentado su popularidad entre la mayoría cingalesa budista (más del 70% de la población) con la victoria del Ejército contra la rebelión tamil en mayo de 2009, así como con la instrumentalización del budismo y el retorno a una “autenticidad cultural” construida sobre la imagen fantaseada del pasado precolonial del país.
Las violaciones de los derechos humanos cometidas contra los separatistas tamiles, pero también contra los opositores cingaleses, así como el control absoluto de la prensa y del poder judicial, el papel creciente del Ejército en la vida pública, el clientelismo y la corrupción del clan en el poder no habían conseguido, hasta el momento, erosionar este (...)