Alfombra roja y limusinas, como en Cannes; grandes ramos de flores frescas, como en Moscú: el 17 de junio, en Astaná, la joven capital de Kazajistán, que celebraba su vigésimo aniversario, se inauguró el II Festival Mundial de Teatro, que congregó a un público numeroso. Grandiosa ceremonia de inauguración, clausura con Juliette Binoche leyendo poemas kazajos, presencia constante de dos iconos del teatro y el cine nacionales desde la época soviética: Asanali Ashimov y Meruert Utekesheva... Totalmente financiado por el Ministerio de Cultura y Deportes y por el organismo público Qazak Concert, el festival participaba claramente del espíritu del programa Ruhani Zangyru (“Aprehensión de la modernidad”), inaugurado un año antes.
En abril de 2017, el presidente Nursultán Nazarbáyev, exlíder del Partido Comunista convertido en presidente de la república socialista en 1990, reelegido repetidamente sin verdadera oposición, y partidario, según sus propias palabras, de una “dictadura ilustrada” desde hace veintiocho años, impulsó (...)