Umberto Eco y Matteo Renzi son ambos italianos, pero existe un abismo entre sus visiones de Europa y acerca del tema crucial de las lenguas.
El autor de El nombre de la rosa entendió muy bien el carácter “fusional” de la relación entre el sentimiento nacional y el uso de una lengua común. Así como el historiador Fernand Braudel (1902-1985) afirmó que “Francia es la lengua francesa”, Umberto Eco sostiene que “Italia es ante todo una lengua”. La misma analogía harían autores de otras nacionalidades. Cualquier proyecto de pertenencia a una entidad europea supranacional solo puede ser rechazado por los pueblos si implica la renuncia al uso de una lengua nacional y la imposición, en la práctica, de una lengua única, en este caso el inglés, so pretexto de facilitar la comunicación.
Si se excluye la tendencia universal de “todo en inglés”, ¿cómo tratar entonces de resolver este problema de comunicación en (...)