La noche del 15 de junio de 2014, unos cincuenta hombres armados atacan la pequeña ciudad de Mpeketoni, ubicada en la región costera de Lamu, donde Kenia construye un gran puerto en aguas profundas. La incursión obedece a un principio simple: los asaltantes van de casa en casa y matan sistemáticamente a los habitantes que no tienen apellido musulmán. Después de vencer sin problemas la tímida respuesta de las fuerzas de seguridad gubernamentales, los milicianos se entregan al saqueo y a la destrucción –negocios, un banco, coches–, dando vía libre a su propia interpretación de lo espectacular. Terminan perdiéndose en la oscuridad, dejando más de sesenta muertos tras ellos.
Cuando termina la noche, reinciden en la ciudad vecina de Maporomokoni, donde masacran a unas quince personas. Tanto en un caso como en el otro, la mayoría de las víctimas son kikuyus, miembros de una etnia cristiana originaria de la alta meseta.