“Si de aquí al lunes Marina no toma posición, se merecerá el peor de los discursos que yo haya pronunciado sobre un candidato a la presidencia”. El mensaje que el sábado 30 de agosto el pastor Silas Malafaia publicó en twitter, se convirtió en uno de los principales episodios de la historia política brasileña reciente. La víspera, Marina Silva –catapultada a la batalla electoral tras la muerte en un accidente de avión de Eduardo Campos, el candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB)– había presentado su programa y roto un tabú al proponer, si era elegida, defender una legislación favorable al matrimonio igualitario.
Los homosexuales, en la práctica, pueden casarse en Brasil desde mayo de 2013, después de una decisión del Tribunal Supremo. “Pero se trata de una jurisprudencia susceptible de ser cuestionada por jueces conservadores. Mientras no haya ley, nuestros derechos no estarán protegidos”, detalla Jean Wyllys, el único diputado federal (...)