Dotada de considerables presupuestos de comunicación, la Comisión Europea parte del principio de que si se organizara un debate público a nivel europeo sobre determinado tema, no podría tener otra conclusión que la validación de sus propias posiciones. Si corre el menor riesgo, no hay debate. Un ejemplo significativo de ello ha sido la gestión de las críticas de los adversarios del proyecto de tratado con miras a instituir un Gran Mercado Transatlántico (GMT o ATCI o TTIP) entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.
El GMT se perfila como el más comprometido con los asuntos que deberá considerar la Comisión en los próximos meses. Dada la amplitud de oposiciones que suscita, nos recuerda al Tratado Constitucional Europeo, rechazado por los electores franceses y neerlandeses en 2005. Para evitar ese resultado humillante –para él y los Gobiernos de los Veintiocho de los que recibió un mandato de negociación con Washington–, (...)