Asistimos, sin duda alguna, a la más peligrosa confrontación que se haya dado entre Rusia y Estados Unidos en muchos años, desde la crisis de los misiles en Cuba de 1962. La guerra civil en Ucrania, desencadenada por el cambio ilegal de Gobierno en Kiev, el pasado febrero, podría efectivamente conducir a un enfrentamiento directo entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia. Ese escenario, durante mucho tiempo impensable, ha pasado a ser concebible, y son numerosos los elementos que indican que esta nueva guerra fría sería todavía más peligrosa que la primera, a la que el planeta sobrevivió por poco.
El epicentro de la tensión ya no se sitúa en Berlín, sino en la propia frontera de Rusia. En Ucrania, región vital para Moscú, los malos cálculos, los accidentes y las provocaciones pesarán más que aquellos que el mundo atestiguó, décadas atrás, en Alemania. La destrucción misteriosa, (...)