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Difícil normalización para un país herido

Abdelaziz Bouteflika ha esperado al 22 de febrero para anunciar que será candidato a su propia sucesión en las elecciones del próximo 8 de abril. Si bien el ejército no ha tomado posición a su favor, Bouteflika ha obtenido el apoyo de la Reunión Nacional Democrática (RND), dirigida por el primer ministro Ahmed Ouyahia, y del Movimiento de la Sociedad y de la Paz (MSP, islamista moderado). También cuenta con una fracción del Frente de Liberación Nacional (FLN), a pesar de que la mayoría apoya a Ali Benflis, principal oponente del presidente saliente. Traumatizada por diez años de terribles violencias, la sociedad argelina no se apasiona excesivamente por estos combates políticos.

por Lyes Si Zoubir, marzo de 2004

Domingo 8 de febrero de 2003. Casi toda Argelia se encuentra sentada frente al televisor siguiendo el partido de cuartos de final de la Copa de África de Naciones (CAN) en el que la selección nacional de fútbol se enfrenta en Sfax, Túnez, con la de Marruecos. A seis minutos del final, los argelinos abren el marcador; la clasificación es prácticamente un hecho. Sin esperar el silbato final, millones de personas toman las calles en todas la ciudades del país. De Tlemcen a Annaba, de Argel a Tamanrasset, estalla una inmensa explosión de alegría. “No se veía semejante espectáculo desde 1990, cuando Argelia ganó la CAN de local. Incluso la gente a la que habitualmente no le interesa el fútbol estaba entusiasmada”, cuenta el arquitecto argelino Hamid Mokrani.

Lamentablemente, a pocos segundos del final, los marroquíes empatan y se imponen durante la prórroga. Argelia es eliminada. “Abatidos, nos pusimos a llorar (...)

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