Todos los años, el 7 de abril, Ruanda conmemora el genocidio de alrededor de un millón de tutsis y de hutus de la oposición entre abril y julio de 1994. Sin embargo, antes de volverse un objeto de memoria, la realidad misma de este genocidio fue cuestionada, en una negación destinada a poner en tela de juicio la legitimidad del nuevo poder ruandés, compuesto por una coalición de miembros del Frente Patriótico Ruandés (FPR) y representantes de los partidos que se habían opuesto a la “solución final”. En efecto, algunas potencias europeas estuvieron tentadas de imponer a Ruanda una salida de la crisis “negociada” entre los vencedores de la guerra de 1990-1994 (el FPR y su ejército venido de Uganda) y los representantes del régimen depuesto y responsable del crimen. Un año después de los hechos se hablaba todavía de masacres indiscriminadas, o de un “doble genocidio”.
Así, en este contexto (...)