“El choque”: ese era el titular que mostraba Le Figaro en su portada del 7 de diciembre de 2015, al día siguiente de la primera vuelta de las elecciones regionales. “El Frente Nacional ha quedado en primera posición (…) en seis regiones, con más del 30% de los votos en toda Francia”. Justo al lado, en el kiosco, L’Humanité tenía el mismo titular en portada: “El choque”.
“Pero, ¿qué choque? –me pregunté enseguida–. ¿Para quién ha sido un choque?”.
Iba en aumento desde hacía semanas: “En Oisemont, ayer, cientos de personas acudieron a recibir a Marine Le Pen…”. En Oisemont, 1.175 habitantes. La líder del Frente Nacional (FN) conseguía que el entorno rural se movilizara, en Condé-Folie, en Soissons, en la “fiesta de la alubia”. Emergían pegacarteles a su paso, hasta en Daours, Bussy, Querrieu. Un pueblo rural surgía de la tierra, se involucraba en los asuntos públicos. Desgraciadamente, era a favor (...)