Nikol Pashinián, con una camiseta de camuflaje, gorra de visera ancha y mochila de campista, es un manifestante aguerrido. Con barba grisácea y voz rota, este diputado de segundo orden y representante de una oposición apática ha demostrado ser un orador talentoso, capaz de devolver el gusto por la política a una juventud armenia que ya no soñaba más que con el exilio. Cuando partió de Gyumri, el 31 de marzo de 2018, solo reunió a una decena de partidarios en esta ciudad del Norte, damnificada desde el terremoto de 1988 y la desindustrialización. Pero su eslogan, “Mergir Serzh” (“Rechaza a Serzh”) dio en el clavo: presidente de la República desde hacía diez años, Serzh Sargsián intentaba aferrarse al poder mediante un ardid constitucional que hizo de él un primer ministro con prerrogativas reforzadas. Después de unas semanas y 250 kilómetros, cuando los manifestantes llegaron a las puertas de la (...)