La mayoría de los comentaristas esperaron al día siguiente a la votación de mayo de 2007 para hablar de “sarkozismo”. Otros, más ambiciosos, recurrieron a la historia para esclarecer el tiempo presente. Y así el nuevo presidente ha sido profusamente comparado con Napoleón Bonaparte. La prensa extranjera cree intuir a un “nuevo Napoleón”, según el célebre cuadro del general Bonaparte en el puente de Arcole. A veces se atreve a una comparación menos halagüeña: “Napoleón, seguramente, pero el pequeño. Gusto por el oropel, frecuentación de amigos ricos y liberalismo al estilo anglosajón: Nicolás Sarkozy tiene más de Napoleón III que de Bonaparte”.
La referencia al emperador Napoleón I, es más bien favorable. Sugiere el dinamismo del nuevo héroe, aprueba su obra de restauración del orden y su modernismo conservador. Pero con el sobrino, presidente de la II República, convertido posteriormente en Napoleón III, a quien sus detractores daban el nombre de (...)