El 29 de mayo de 2005, fecha del rechazo del Tratado Constitucional Europeo (TCE), quedará en la historia de Francia como un momento crucial. Una legitimidad democrática intentó afirmarse y fue ultrajada. Desde entonces, y de forma esporádica, emergen revueltas sin coherencia aparente, pero en el marco de una voluntad común de rechazo de los poderes establecidos (grandes manifestaciones, “bonnets rouges”…). ¿Son acaso las señales precursoras de una violencia más general, de una profunda crisis de régimen?
Resulta paradójico que justo cuando los principales dirigentes políticos no quieren poner en duda la legitimidad de las instituciones sobre las que descansa su poder, todos se ven forzados a reconocer que los ciudadanos se sienten cada vez menos representados.
La palabra “ilegitimidad” era tabú. Pero, el 11 de noviembre de 2013, el presidente de la República fue abucheado durante su visita a Oyonnax, ciudad símbolo de la Resistencia. Y al día siguiente, el primer (...)