En 1994, cuando Huawei no es más que un pequeño proveedor de conmutadores telefónicos, su fundador, Ren Zhengfei, mantiene una charla con el presidente de China, Jiang Zemin. El exingeniero del ejército, que ahora se dedica a la electrónica para el gran público, juega la baza patriótica: “Las telecomunicaciones son una cuestión de seguridad nacional. Para una nación, no tener sus propias instalaciones en este sector es como no tener ejército”. Con el tiempo, ese acertado consejo lo han seguido otros países, Estados Unidos el primero. Por una ironía de la historia, este último es quien hoy considera a Huawei y su control sobre la tecnología 5G como una amenaza para la propia seguridad nacional.
La empresa, que es propiedad de sus empleados, se caracteriza por su sistema atípico de presidencia rotativa, su desprecio por los contratos públicos –“ventajistas” a ojos de Zhengfei–, su culto a los valores maoístas y su (...)